Si me quieres…
…no me grites,
no me insultes,
no me ignores,
no me pegues,
no me violes,
NO ME MATES…
…quiéreme.
Contra el maltrato a la mujer,
TOLERANCIA CERO.
Capítulo 1
Gema
—¿Desea
usted algo?
El
policía había salido de su garita de seguridad, en medio de la noche, al verla
allí parada frente a la comisaría con la mirada perdida.
Gema
observó al hombre que le estaba hablando. Estaba asustada y no sabía si deseaba
o no entrar allí.
—No…
gracias. —Intentó que su voz sonase convincente, pero en su lugar salió casi un
lamento.
—Está
bien —dudó el agente—. Si cambia de opinión o si desea algo, solo tiene que
decírmelo. Yo mismo la acompañaré dentro si así lo prefiere.
—Gracias.
Es usted muy amable —contestó bajando la mirada y arrebujándose más en el
interior de su fina chaqueta.
El
policía volvió al interior de su garita sin disimular sus dudas con respecto a
la joven, que seguía allí plantada sin decidirse a entrar.
Gema
tenía miedo. No, estaba aterrada. No sabía si quería o no entrar en aquella
comisaría. ¿Estaría haciendo lo correcto? Pero, aquella tarde, Jesús lo había
vuelto a hacer. Pese a haberle jurado mil veces que no lo volvería a hacer lo
había hecho de nuevo; le había vuelto a propinar una sonora bofetada. No era
tonta y sabía lo que eso significaba pero… ella lo amaba. Tal vez si lo
asustaba con una denuncia que luego retiraría para que no tuviese problemas…
tal vez no volviese a hacerlo. Tal vez volviese a ser el hombre amable y
encantador que era con todo el mundo y con ella misma… hasta hacía seis meses,
cuando todo había comenzado a cambiar al irse a vivir juntos. ¿Por qué todo
había cambiado tanto? ¿Sería realmente ella la culpable? Jesús le echaba
continuamente la culpa de su nefasto humor. ¡No! Tenía que cambiar esos
sentimientos. ¡Ella no tenía la culpa! Ella no tenía la culpa y… ¿Por qué,
entonces?
Pensó
en Santi, el último amigo que le quedaba; porque, al fin, se había dado cuenta
de que hasta eso le había robado Jesús; la había aislado de todo y de todos
creando a su alrededor una fina tela de araña que ella ni había percibido. Pero
Santi había sido la única persona que había visto el cambio brutal en Gema, el
cambio de una chica alegre y dicharachera en una sombra… como la que ahora era.
Santi la había perseguido durante un tiempo hasta que, un día, no hacía mucho,
ella le había confesado lo que le ocurría, lo que Santi ya imaginaba. Algo que
ella misma negaba una y otra vez. Algo que no era capaz de concebir. ¿Por qué
Jesús, el amor de su vida, la trataba así desde que se habían ido a vivir juntos?
Se
envolvió de nuevo en su chaqueta aunque no tenía claro si era de frío, ya que
aquella noche de otoño era francamente fresca, o era el pánico que sentía ante
lo que iba a hacer. ¿Sería lo correcto? ¿No estaría armando un mundo de nada? A
lo mejor se burlaban de ella por considerar que un par de bofetadas no eran un
signo de violencia de género. A lo mejor es que ella no era lo suficiente
mujer… a lo mejor es que… solo trataba de buscar excusas porque estaba
enamorada de Jesús. ¡Pero no! ¡No quería seguir así! Eso, al menos, lo tenía
claro. Santi le había hecho recordar que ella era una mujer bonita, valiente en
la vida y decidida, y que no podía dejar que un hombre, por mucho que ella lo
amara, la tratase como una escoria que no servía para nada en este mundo.
Cogió
aire, tratando así de obtener el coraje que en esos momentos le faltaba, y dio
el primer paso para subir los escalones de la comisaría… aunque nunca pudo
llegar a entrar porque alguien la sujetó del brazo de forma brusca.
Primer capítulo de una historia complicada en la que espero haber reflejado con tacto el tema de los malos tratos y la esperanza del amor.
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