sábado, 3 de febrero de 2018

Capítulo primero

Si me quieres…
…no me grites,
no me insultes,
no me ignores,
no me pegues,
no me violes,
NO ME MATES…
…quiéreme.

Contra el maltrato a la mujer,
TOLERANCIA CERO.


Capítulo 1


Gema


—¿Desea usted algo?
El policía había salido de su garita de seguridad, en medio de la noche, al verla allí parada frente a la comisaría con la mirada perdida.
Gema observó al hombre que le estaba hablando. Estaba asustada y no sabía si deseaba o no entrar allí.
—No… gracias. —Intentó que su voz sonase convincente, pero en su lugar salió casi un lamento.
—Está bien —dudó el agente—. Si cambia de opinión o si desea algo, solo tiene que decírmelo. Yo mismo la acompañaré dentro si así lo prefiere.
—Gracias. Es usted muy amable —contestó bajando la mirada y arrebujándose más en el interior de su fina chaqueta.


El policía volvió al interior de su garita sin disimular sus dudas con respecto a la joven, que seguía allí plantada sin decidirse a entrar.
Gema tenía miedo. No, estaba aterrada. No sabía si quería o no entrar en aquella comisaría. ¿Estaría haciendo lo correcto? Pero, aquella tarde, Jesús lo había vuelto a hacer. Pese a haberle jurado mil veces que no lo volvería a hacer lo había hecho de nuevo; le había vuelto a propinar una sonora bofetada. No era tonta y sabía lo que eso significaba pero… ella lo amaba. Tal vez si lo asustaba con una denuncia que luego retiraría para que no tuviese problemas… tal vez no volviese a hacerlo. Tal vez volviese a ser el hombre amable y encantador que era con todo el mundo y con ella misma… hasta hacía seis meses, cuando todo había comenzado a cambiar al irse a vivir juntos. ¿Por qué todo había cambiado tanto? ¿Sería realmente ella la culpable? Jesús le echaba continuamente la culpa de su nefasto humor. ¡No! Tenía que cambiar esos sentimientos. ¡Ella no tenía la culpa! Ella no tenía la culpa y… ¿Por qué, entonces?
Pensó en Santi, el último amigo que le quedaba; porque, al fin, se había dado cuenta de que hasta eso le había robado Jesús; la había aislado de todo y de todos creando a su alrededor una fina tela de araña que ella ni había percibido. Pero Santi había sido la única persona que había visto el cambio brutal en Gema, el cambio de una chica alegre y dicharachera en una sombra… como la que ahora era. Santi la había perseguido durante un tiempo hasta que, un día, no hacía mucho, ella le había confesado lo que le ocurría, lo que Santi ya imaginaba. Algo que ella misma negaba una y otra vez. Algo que no era capaz de concebir. ¿Por qué Jesús, el amor de su vida, la trataba así desde que se habían ido a vivir juntos?
Se envolvió de nuevo en su chaqueta aunque no tenía claro si era de frío, ya que aquella noche de otoño era francamente fresca, o era el pánico que sentía ante lo que iba a hacer. ¿Sería lo correcto? ¿No estaría armando un mundo de nada? A lo mejor se burlaban de ella por considerar que un par de bofetadas no eran un signo de violencia de género. A lo mejor es que ella no era lo suficiente mujer… a lo mejor es que… solo trataba de buscar excusas porque estaba enamorada de Jesús. ¡Pero no! ¡No quería seguir así! Eso, al menos, lo tenía claro. Santi le había hecho recordar que ella era una mujer bonita, valiente en la vida y decidida, y que no podía dejar que un hombre, por mucho que ella lo amara, la tratase como una escoria que no servía para nada en este mundo.
Cogió aire, tratando así de obtener el coraje que en esos momentos le faltaba, y dio el primer paso para subir los escalones de la comisaría… aunque nunca pudo llegar a entrar porque alguien la sujetó del brazo de forma brusca.


Primer capítulo de una historia complicada en la que espero haber reflejado con tacto el tema de los malos tratos y la esperanza del amor.

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